Publication: III Premio de Pintura Artes plásticas, Universidad de Murcia [Catálogo de exposición]
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Romera Agulló, Juan
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Universidad de Murcia
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Description
Abstract
Cada nueva convocatoria de un premio de pintura
plantea, entre público y crítica, una serie de ineludibles y
controvertidas cuestiones, entre las cuales, la que mayor número
de comentarios y tomas de posición suscita es la que atañe a
la legitimidad o no de la pervivencia de las disciplinas tradicionales
en un contexto como el actual, definido por la usurpación
de la realidad por parte de los mass media. Ciertamente, parece
como si, de continuo, la pintura tuviera que excusarse por
existir, por haber transgredido los límites que las historiografías
evolucionistas y teleológicas habían fijado como horizonte
vivencia! para la misma. La suya es contemplada, por lo general,
como una presencia residual, como una retardataria cuña que
el pasado ha introducido en el presente, generando así una
manifiesta e intolerable 11 desincronización 11
, que hace de ella
una práctica a rebours.
Ahora bien, como sucede con otros muchos apriorismos
que, en similar modo, lastran el ejercicio de la crítica de arte
en la contemporaneidad, una tal impugnación de la pintura
incurre en el grave error de priorizar los lenguajes sobre los
discursos, como si el hecho de escoger, como campo de trabajo,
una disciplina u otra implicase una limitación de antemano de
las potencialidades reflexivas de la obra. Si el arte es, en todos
los casos, y sin excepción, un artificio, una perversión de lo
real, entonces, escaso esfuerzo costará inferir que la pintura,
en tanto que disciplina milenaria que es, contiene la suficiente
carga cultural y de impureza como para que dicha 11 perversión 11
alcance una robustez discursiva verdaderamente sorprendente.
Pero -y he aquí el elevado precio que ha de pagar por su
supervivencia- la asunción de esta 11 naturaleza impura 11 implica
que cualquier estrategia ontológica encaminada a la elucidación
de una identidad propia e intransferible termine por fracasar
y poner de manifiesto que, en la actualidad, decir 11 pintura11 es
no decir nada y decirlo todo; que si por algo se caracteriza esta
disciplina, es, precisamente, por su indeterminación, por su
irreductibilidad a una definición que hiciera de ella un concepto
trascendental y libre de toda alteración cultural. Sólo la pintura
que se elude, que se cuestiona y niega a sí misma en un infinito
e incodificable proceso que no posee principio ni fin, es capaz
de comprender y participar activamente en un contexto como
el contemporáneo, caracterizado -no se olvide- por la contradicción,
por la proliferación de identidades elusivas y ausencias
dolorosas, que sustituyen las definiciones por las interrogantes,
y los devenir unidireccionales por las imprevisibles ramificac10nes.
Impregnada, en este sentido, por el presente pensamiento,
se revela la obra de Gloria Duran -flamante ganadora del
III Premio de Pintura del Aula de Artes Plásticas de la Universidad
de Murcia-, quien, a través de sus monolíticas pinturasesculturas,
elabora un trabajado discurso que toma como
elemento principal de reflexión la figura de la mujer, convertida,
para la ocasión, en una suerte de elegante recortable, que se
puede (tra)vestir a gusto del consumidor. Al representar a cada
figura femenina como un cándido y refinado icono, la autora
no persigue otro objetivo que resaltar el estado de desfuncionalización
que define a la mujer contemporánea, como consecuencia
de su reducción a una entidad exclusivamente estética.
Esta corrosión de lo funcional por lo estético queda pantetizada,
en las obras, a través de la marcada bidimensionalidad de las
figuras, a las que se les ha arrebatado su espacio, su ubicaciónfunción
en el mundo. De ahí que adquiera especial relevancia
el hecho de que estos seres bidimensionales hayan sido representados
sobre una superficie tridimensional, de clara naturaleza
escultórica, que parece constituir la concreción de ese 11 deseo
del espacio 11 sobre el que se fundamenta la reivindicación de
la 11 mujer estetizada 11
•
A la luz de esta interpretación, no existe problema
alguno en concluir que la pintura 11 sacia su deseo 11 en la escultura,
que lo estético-bidimensional, si es que quiere ocupar un
espacio y, por tanto, hacerse corpóreo, ha de hibridarse con la
escultura, para, de esta manera, crear un producto que convierte
su indefinición en una eficaz herramienta discursiva. Sólo así
-es decir, mediante la interpretación de sus obras como la síntesis
de la dialéctica estético/funcional y, en consecuencia, pintura/
escultura- es posible entender el ideario de una autora como
Gloria Durán, que, pese a su juventud, ha demostrado, una
vez más, que sólo existe arte cuando hay reflexión y cuestionamiento,
cuando el oficio se convierte en un elemento subsidiario
y necesitado del concepto.
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